La educación tradicional
desarrollada en un esquema de emisor-receptor (Docente-Alumno) sigue
prevaleciendo, aun cuando nos encontramos en una época que se distingue por el
avance de las tecnologías de la información y comunicación. Aquí cabe hacer un
cuestionamiento ¿Por qué insistimos en este modelo?
La Normalización de la educación como
un proceso para garantizar la enseñanza-aprendizaje, bajo un esquema de oportunidad
e igualdad de condiciones para todos, a mi parecer es un obstáculo, que ha
limitado el ejercicio del Docente, desde los niveles básicos. Donde el apego a
una planeación y programación es la premisa en su labor, considerando que aquel
docente que salía del esquema, tratando de ser creativo e innovar, era un
irreverente.
Si contemplamos este esquema como
base de la formación del estudiante, es de esperarse, que al llegar a niveles
de educación media superior y superior, traigan consigo ese estilo de
aprendizaje, el esperar sentado a que el maestro sea el proveedor de todo
conocimiento.
Lo anterior sirve, como punto de partida para iniciar
mi reflexión, sobre la importancia de cambiar los actuales esquemas de
enseñanza-aprendizaje. En este caso, el modelo de Aprendizaje Invertido le ofrece
al alumno la experiencia de aprender de manera más activa y significativa,
generando su propio conocimiento.
Al documentarme más sobre el
funcionamiento del aprendizaje invertido, puedo entender que no se trata de
sustituir la instrucción en el aula, sino darle otro sentido y uso al tiempo en
el que interactúan docente y alumno.
El aprendizaje invertido plantea un
reordenamiento del proceso de enseñanza-aprendizaje, donde el estudiante
analiza y estudia los temas en su propio espacio y se prepara para su
aplicación de modo individual o colaborativo dentro del aula de clases, bajo la
guía e instrucción del docente, en un esquema de evaluación y construcción del
aprendizaje.
Una condición del aprendizaje
invertido, son los ambientes flexibles, es decir, el alumno decide
cuando y donde aprende, y establece su propio ritmo. La labor del docente se
centra en evaluar y de ser necesario, reorientar el entendimiento de lo
aprendido.
Con esta dinámica, el aprendizaje
invertido busca generar una nueva cultura de aprendizaje (formas y
costumbres de estudio) en el alumno, donde el aula se convierta en un
laboratorio experimental de sus experiencias de estudio. Donde el docente, debe buscar nuevas
estrategias pragmáticas para el uso y evaluación de los conocimientos.
El aprendizaje invertido,
representa un reto para el docente, no solo como generador de las condiciones
de este modelo, sino que también debe cambiar sus formas y costumbres de
enseñanza, aunado al aprendizaje de nuevas herramientas, técnicas y habilidades
que le permitan potencializar el tiempo dentro del aula, para un proceso de
enseñanza-aprendizaje más significativo.
Por último, el aprendizaje
invertido, plantea la necesidad de impulsar nuevos perfiles de “Alumnos” y de
“Docentes”, donde el primero, aprenda a aprender por sí mismo y a representar
la realidad, no solamente para atender sus necesidades individuales, sino
también para dar respuesta a las demandas del ambiente en que se desenvuelve.
En el caso de los docentes, que sean inspiradores, vanguardistas e innovadores,
que enfrenten con autocrítica su propia práctica como docente, para ajustarla o
modificarla con el fin de satisfacer las necesidades de los alumnos.
